domingo, 22 de julio de 2007

Parashá Vaetjanán

Continuando con su crítica al pueblo, Moshé le recordó cómo rogó a HaShem Su autorización para cruzar el río Iardén (Jordán). Sin embargo, su pedido fue denegado. En cambio, se le acordó que viera la Tierra Prometida desde la cúspide del monte Pisgá, en tanto Iehoshua era designado para hacerse cargo del liderato en Eretz Israel.

Moshé instó al pueblo a observar escrupulosamente las leyes de D-s. De este modo ellos serían reconocidos por otros pueblos como una gran nación y predominarían a pesar de ser poco numerosos. Además, serían auxiliados por el recuerdo de su experiencia al pie del monte Jorev, donde habían escuchado la voz de D-s proclamando los Diez mandamientos. el Señor no se había aparecido bajo ninguna forma ni figura, y esto debería recordarle al pueblo la prohibición de hacer ídolos de cualquier tipo. En caso de que los hijos de Israel desoyesen esta advertencia en el futuro, serían exiliados y dispersados entre las naciones. Sin embargo, y aún si tal cosa ocurriese, su sincero arrepentimiento los haría ganarse la gracia y el perdón divinos.

Moshé declaró, después, a las tres ciudades de Bétzer, Ramot y Golán, al este del Iardén, como arei miklat (ciudad de refugio) para todo aquél que matase a alguien por accidente.

Moisés repitió, entonces, los Diez Mandamientos, la base del pacto de D-s con Israel. el pueblo congregado ante el monte Sinaí se sintió aterrado por los prodigios que había visto y solicitó a Moshé que le hablara en lugar de HaShem.

Moisés formuló, entonces, el Sh´má (el credo judío principal), que afirma la unidad y unicidad de D-s, al que todos deben amar, y Cuyos mandamientos deben ser transmitidos a las generaciones siguientes.

Sus leyes deben ser recordadas permanentemente por medio de un signo colocado en la mano y en la frente (los t´filín o filactelias), e inscripciones colocadas en las jambas de las puertas (mezuzá) de cada casa.

Moshé previno al pueblo que no olvidase al Señor ni siquiera cuando ya estuviese radicado en la Tierra Prometida y lograse un alto grado de prosperidad. Deberían evitar cualquier forma de idolatría, porque ella conduciría, inevitablemente, hacia su destrucción. Las futuras generaciones deberían ser instruídas en los mandamientos de D-s e informadas de Sus actos prodigiosos cuando liberó a sus ancestros de Egipto. Moshé les previno, además, acerca de los casamientos con paganos, porque ellos conducirían al abandono de HaShem. Israel es un pueblo santo al que D-s demostró Su amor librándolo de la esclavitud, y es su deber corresponderle por medio de la observancia de Sus preceptos.

(Extraído del libro "Lilmod ULelamed" de Edit. Yehuda)

Parashá Devarim

A medida que los judíos se iban acercando a la Tierra Prometida, Moshé les reseñaba los acontecimientos y vivencias que experimentaron durante sus años de trajinar por el desierto. El rememoraba cómo ante el monte Jorev (Sinaí) D´s les había ordenado levantar el campamento y avanzar hacia su meta, la tierra de Canaán. Moshé había clamado que sin ayuda sería incapaz de soportar la carga del liderato, de modo que fueron designados jueces y administradores para auxiliarlo en el desempeño de su pesada misión. El pueblo estaba a punto de entrar en la Tierra prometida, pero fue desanimado por el informe pesimista de los meraglim (espías) y querelló contra D´s. Esta pérdida de la fe provocó el alargamiento del peregrinaje por el desierto, tiempo durante el cual murió casi toda la vieja generación.

Los israelitas habían acampado ante el monte Seír durante un tiempo prolongado. Allí se les dijo que continuaran su recorrido a través de la tierra de Edom. Sin embargo, no debían enredarse en ningún tipo de hostilidades, pues ese territorio había sido prometido a los descendientes de Eisav. Tampoco debían agredir a los habitantes de Moav, puesto que esa tierra había sido reservada para los hijos de Lot. No obstante, habían derrotado a Sión, rey de Jeshbón, quien se había rehusado a permitirles pasar a través de su territorio. La misma suerte le tocó a Og, rey de Bashán. El temor a los israelitas comenzó, entonces, a difundirse entre las naciones vecinas.

El territorio de Guilad había sido otorgado a las tribus de Reuven, Gad y parte de Menashé, con la estipulación de que se uniesen a los demás israelitas a la conquista de Canaán. Moshé animó a Iehoshúa a fin de que no temiese a las naciones que vivían en Eretz Israel.

(Extraído del libro "Lilmod ULelamed" de Edit. Yehuda)